“Voy a dar lo mejor, sin perder mi esencia” juliana awada, flamante primera dama. Nota CARAS

tapa“Voy a dar lo mejor, sin perder mi esencia” juliana awada, flamante primera dama Con la emoción a flor de piel, Juliana Awada (37) se asoma al balcón de su piso de avenida Del Libertador al 2700, frente a Plaza Alemania. Una multitud salió a las calles a festejar el triunfo de su marido, Mauricio Macri (56), sobre Daniel Scioli (58). Las bocinas son ensordecedoras, aunque para sus oídos resultan música. “ Es muy emocionante todo ésto. No tengo más que palabras de agradecimiento a todos y sé que Mauricio y todo su equipo van a trabajar para que tengamos una Argentina unida y macrique todos podamos vivir mejor en el país que nos merecemos y soñamos”, le confesó a CARAS, el domingo 22 de noviembre, a las 23:16, recién llegada del búnker de Costa Salguero. “Voy a dar lo mejor de mí con mucha responsabilidad, sin perder mi esencia”, prometió la empresaria textil, consciente del rol que le tocará a partir del 10 de diciembre, cuando su esposo asuma la presidencia. Así es Awada: sabe que tiene el poder de ocupar las primeras planas, pero se resiste a abandonar su sencillez. La vorágine de la campaña y el instinto natural que la obliga a estar junto a Macri la mayor cantidad de horas posible, la involucraron de lleno en la campaña. Desde servirle empanadas en el “Macrimóvil” a los integrantes de la alianza Cambiemos a participar de la fiesta de la Pachamama en Jujuy o emocionarse con una historia de vida en Quilmes, Juliana se mimetizó con la carrera presidencial de su esposo y apuntaló su crecimiento. Como ya es una tradición, poco después de las 11:00 del domingo, la flamante primera dama acompañó a Macri a votar a la escuela Wenceslao Posse de Palermo. Junto a él, les repartieron medialunas a los movileros, un ritual que imitó al momento de su sufragio, en la escuela Adolfo van Gelderen. “Como en cada elección, desayuno temprano, medialunas para los de mi mesa y votación”, escribió en su cuenta de Instagram, que abrió casi como un diario de campaña, cuatro meses atrás. Al mediodía, regresaron a la quinta familia Los Abrojos, en Los Polvorines, donde él jugó un partido de fútbol y después compartieron un asado con todos sus hijos, los padres de Macri, Franco y Alicia Blanco Villegas, Elisa Carrió y los amigos del jefe de gobierno porteño. Por la tarde, Macri jugó al paddle y cerca de las 18:00 partieron hacia el búnker de Costa Salguero, donde recibirían la gran noticia del triunfo. En todo momento, ella estuvo a su lado, consciente de todo lo que se jugaba su esposo. “Soy Juliana. Mamá de Valentina y Captura de pantalla 2015-11-27 a las 10.26.28de Antonia. Mujer de Mauricio. Diseñadora. Visualmente inquieta”, se define en la red social, donde compartió la intimidad del ahora presidente. Allí también celebró sus cinco años de casada, el 20 de noviembre, con una foto de su unión junto a su hija, Antonia; resumió con el lema “siempre juntos”, una imagen con Mauricio en el cierre de la campaña en Jujuy; definió a su marido y a su pequeña hija como “compañeros de viajes”; registró los encuentros de padre e hija; mostró el regalo de campaña que le hizo a su esposo: una taza con la cara del entonces candidato; y lo definió como su “chueco preferido”, con una foto de la pisada torcida de Macri. La “hechicera”, como suele llamarla el Jefe de Captura de pantalla 2015-11-27 a las 10.25.03Gobierno Porteño para resumir su poder hipnótico, ordenó la vida del ex presidente de Boca Juniors. “A la noche Mauricio no hace política”, explicaron desde su entorno. Y es que según explica Juliana, Mauricio ansía volver a su casa para reencontrarse con su esposa y su hija. Otro cambio significativo fue el del entorno que frecuenta la quinta Los Abrojos, en Los Polvorines, que dejó de ser un búnker político para conservar un perfil más familiar. En pocas palabras, Awada dejó la política afuera de casa. Al igual que en el último deba- te presidencial, la empresaria volvió a apostar a los tonos claros, con un pantalón blanco, camisa con mangas tres cuartos y detalle de encaje, uñas en blanco “vía láctea”, cabello suelto y sólo un reloj como accesorio. “No tengo asesores de imagen”, repitió más de una vez, y hasta aconsejó durante la campaña a María Eugenia Vidal, la gobernadora electa en la provincia de Buenos Aires. Juliana hace de la simpleza una virtud y prioriza la comodidad sin perder la elegancia. Prefiere los colores neutros como el blanco, los beiges, el camel, el gris y el azul marino. Le encantan las carteras y los zapatos, aunque es más de regalar que de coleccionar. Entre sus diseña-dores favoritos están Valentino y Chanel y valora mucho marcas locales como María Cher, Lupe, Cora Groppo, El Camarín y Evangelina Bomparola. En una entrevista contó que tiene una cartera Louis Vuitton, pero no la usa. Mantiene su figura jugando al tenis casi a diario en el Tenis Club Argentino y realizándose tratamientos estéticos en la clínica del doctor Carlos Pisanú. No hace dieta y no se priva de nada. De hecho, su comida favorita es el asado. El amor por el diseño lo heredó de sus padres, Abraham Awada y Elsa “Pomy” macri3Esther Baker de Awada, quienes en la década del `60 fundaron la textil familiar. Con casi 80 años, “Pomy” es su gran referente y quien maneja la empresa junto a Zoraida, su hija mayor, y Juliana, quien se ocupa del área de diseño y le dio una impronta más juvenil a la marca. Su otro hermano, Daniel, es dueño de “Cheeky” y “Como quieres que te quiera”, mientras que Leila es artista plástica y Alejandro, el reconocido actor que protagonizó la exitosa serie “Historia de un clan”. Tanto su familia como la de Macri vivieron en carne propia un secuestro. Ella, en agosto de 2001, cuando una banda abordó a su padre a la salida del San Andrés Golf Club, partido de San Martín, y lo liberaron tras cinco días de cautiverio y de pagar 300 mil dólares. En 1991, el Jefe de Gobierno también había sido secuestrado durante 12 días y liberado tras pagar un rescate estimado en 6 millones de dólares. De ascendencia libanesa, la flamante primera dama tuvo una infancia y una adolescencia acomodada. Estudió en el colegio inglés bilingüe de Belgrano, Chester College, que ya no existe más, perfeccionó el idioma en un colegio de Oxford, jugó al hockey aunque mucho más al golf en el club San Andrés, una actividad que compartió recientemente en Tandil, la ciudad natal de su marido. De chica viajó por el mundo por las principales capitales de la moda junto a su madre: Nueva York, París y Milán. A pesar de que su padre era libanés musulmán, nunca les inculcó la religión. De hecho, su hermana mayor se casó por Iglesia, mientras que la otra está casada con un judío. En ese sentido, se confiesa abierta aunque cree en Dios.Captura de pantalla 2015-11-27 a las 10.26.37 A los 23, tuvo un matrimonio prematuro con Gustavo Capello, que duró poco, y años más tarde conoció en un vuelo de Air France al conde belga y ex de Viviana Canosa, Bruno Barbier, con quien tuvo a su hija mayor, Valentina (13). Con él recorrió el mundo y perfeccionó el francés, sin duda dos cualidades que la ayudarán en su nueva vida protocolar y de giras internacionales. Aún hoy mantienen una excelente relación, tanto que el propio Barbier suele cuidarles a Antonia para que ellos disfruten de alguna salida a solas. Barbier es un nexo llamativo entre Macri y Scioli. Es que macri4mantiene una amistad de larga data con Karina Rabolini, que incluso precede a su relación con Awada. De hecho, suele alojarse en Villa La Ñata, la casa de Tigre del gobernador bonaerense, cuando visita la Argentina. Con él, la empresaria vivió en una residencia de la calle Ombú, al lado de la de la primera esposa de Macri y madre de sus tres hijos mayores, Yvonne Bordeu, y casi enfrente de la de su padre, Franco Macri. Juliana y Mauricio se conocieron a fines de 2009, en el Ocampo Wellness Club, el gimnasio que frecuentan los vecinos de Barrio Parque y varios famosos. A los dos meses él le pidió casamiento y le dijo que quería tener un hijo. Al año se casaron, el 20 de noviembre de 2010, en el campo familiar de Tandil, y un año después tuvieron a su hija, Antonia. Y tan sólo dos días después de celebrar sus cinco años de casados, él se convirtió en presidente. Tanto antes como la misma noche del triunfo, Juliana se encargó de aclarar que no aspira a un rol político. En silencio, en los últimos tiempos trabajó con proyectos sociales vinculados a la primera infancia en barrios de emergencia. Se espera que profundice esa función social y acompañe a su marido desde su rol de primera dama. Está claro que le dará su toque personal a la Quinta de Olivos, aunque no negociará pasar los fines de se-mana en Los Abrojos. Su secreto para llegar hasta donde llegó es ser el cable a tierra de su marido y lograr que el político no se devore al padre y esposo. En ese sentido, Awada será una guardiana implacable.  

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