Lázaro Báez: La Historia oculta del empresario K. Revista GENTE

101-a217103a02La Historia oculta del empresario K Sus orígenes, su apogeo y sus negocios, según la investigación de Rubén Lasagno y el fotógrafo Francisco Muñoz, fundadores en 2004 de OPI Santa Cruz, una agencia periodística independiente cuyo objetivo es “cambiar el paradigma del ‘relato’ , y mostrar la verdad sobre los gobiernos de los Kirchner”. Aquí, a través de ellos, la biografía del empresario patagónico imputado por el juez federal Sebastián Casanello en un partido de fútbol. Allí se conocieron aquel correntino de sangre y gris empleado bancario de Río Gallegos y el tipo alto y desgarbado, bastante torpe, el hombre extrovertido, amigo de las bromas pesadas y de pegar mucho en la cancha. Sí, fue en un match del club Boca Juniors de Río Gallegos donde Antonio Lázaro Báez y Néstor Kirchner se conocieron como rivales deportivos, antes de entablar una amistad que por estos días, luego de la detención y declaración del hombre nacido el 11 de febrero de 1956,inquieta las estructuras políticas y judiciales de la Argentina. Báez llegó en su infancia a Puerto Santa Cruz, localidad distante 280 kilómetros de Gallegos. Lo hizo junto a su padre policía, quien emigró de Corrientes a finales de los ‘60. Con 18 años pisó la capital de la provincia para trabajar en el Banco Nación –de 1974 a 1986– y luego en el Banco de la Provincia de Santa Cruz, donde prestó servicios hasta 1989. Hasta que el gobernador de los ’90 en esta ciudad de confín, nacido de la convulsionada agrupación Ateneo Juan Domingo Perón (que impulsara nombres conocidos años después como “los constructores del kirchnerismo” o “paladares negros del FPV” –Carlos Zanni-ni, Julio De Vido, Héctor Icazuriaga–), confió en ese muchacho callado, rústico y de mirada cansina que atendía las cajas del Banco de la Provincia. Tanto confió que, con el tiempo, se transformó en el espía perfecto para un gobernador como Néstor Kirchner, que archivaba información comercial y financiera de sus amigos y enemigos, gracias a los buenos oficios el “Negro” a quien, sin embargo, alguna vez ridiculizara por su nombre –Lázaro–, cuando en medio de alguna de sus pesadas bromas dirigidas a Báez aseguraba que lo habían llamado así porque “era un muerto” . Néstor durante mucho tiempo mandó a realizar sus depósitos, retiros y transacciones personales y de su estudio a la ventanilla del Negro, quien con los años resultaría su mejor amigo y compañero de las buenas épocas por venir. Así nació una relación que se fue afianzando. Claro, el flamante gobernador contaba entre sus amigos con el mejor confidente de información bancaria, en un momento relevante de su carrera política, dentro de una pequeña población enclavada en un inmenso territorio, donde todos eran parientes o conocidos.Captura de pantalla 2016-04-14 a las 7.57.55 p.m. Captura de pantalla 2016-04-14 a las 8.01.33 p.m.Por entonces Báez, ya casado con la joven Norma Beatriz Calismonte, vivía como uno más en el Barrio 499 de la capital provincial, atado a las necesidades lógicas de un empleado de clase media que ganaba un magro sueldo, durante una época de ajustes y de responsabilidad laboral. Sin embargo la cosa cambió, ya que de 1992 en adelante, el Negro comenzó a tener una enorme incidencia en el armado político de Néstor. Nombrado ge-rente adscripto a la intervención en el entonces Banco de la Provincia, no son pocos los que recuerdan al contador Juan Manuel Campillo (luego ministro de Economía de Santa Cruz), cruzarse los días viernes hacia la Casa de Gobierno, de la calle Alcorta al 100, con un maletín lleno de dinero. Al finalizar la década, y retirado de la actividad bancaria tras su transitar por la gran caja que constituyó el “banco residual”, aparecido luego de la privatización del Banco de la Provincia, Lázaro Báez fue el as de espadas dentro de la constructo-ra Gotti Hermanos, donde emergía Palma S.A., de su cuñado Diego Palleros, más tarde perseguido por la Justicia por tráfico de armas en plena época menemista. En ese tramo de la vida política de la provincia, con Kirchner como gobernador y dueño de las cuentas públicas, Lázaro creó Credisol S.A., una empresa de préstamos a empleados públicos, a quienes el propio Néstor hacía los descuentos por planilla. Además, para controlar a la oposición sindical,ordenó el desmembramiento del principal gremio de ese momento, la APAP (Asociación del Personal de la Administración Pública Provincial) y, con la colaboración de Rudy Ulloa Igor (otrora chofer personal de Néstor Kirchner) y el abogado Ricardo Echegaray (ex titular de la AFIP y actual presidente de la Auditoría General de la Nación) , logró hasta la actualidad que la financiera de Ramfos y Ernesto Clarence, de Credisol, manejen los descuentos de sueldos, se apropien del dinero de empleados a través del Banco de la Provincia y sobreviva en el tiempo, reportando en todos estos años (y al menos hasta 2013) a el propio Lázaro y conformando empresas financieras como Inver-nes S.A.,que integran el entramado de lavado K que se analiza e investiga actualmente. Con la llegada de Invernes a Santa Cruz, asociada a Credisol y absorbida la Captura de pantalla 2016-04-14 a las 8.00.28 p.m.empresa Gotti Hermanos, a inicios del 2003 Báez ostentaba sólo un pues-to en el Directorio de la constructora y paralela mente se inscribía en la AFIP por orden de Néstor, quien veinte días antes de ser investido presidente ya tenía en vista la creación de la nave insignia para la próxima década: Austral Construcciones S.A. De allí en más, los negocios nunca pararon. Un testigo de los comienzos visionarios del entonces presidente asegura que Néstor, reclinado en un cómodo sillón símil cuero en la residencia oficial de la Gobernación de Santa Cruz, en épocas de Sergio Acevedo, le habría dicho a Lázaro en la intimidad: “Negro, armá la empresa, porque tenemos que hacer negocios de mucha guita” . Y Báez la armó. En 2004, el Negro se alejó del Barrio 499, construyó una lujosa casa en la calle Villarino (en proximidades de donde ahora vive Cristina Fernández), compró varias propiedades de sus vecinos y edificó allí las casas de sus tres hijos. Las li-citaciones de obras no pararon de llegar. También por entonces, tras adquirir un gran terreno en las afueras de Río Gallegos, levantó una verdadera chacra fortificada, con cámaras y seguridad armada. Santa Cruz comenzó a ser la meca de la obra pública. Diez años después, no obstante, se reveló prácticamente como un lugar donde no existe nada: ni obras ni plata En tiempos de Néstor presidente, un paso inmediato de Báez fue comprar cuanta empresa constructora (grande o pequeña) hubiera en Santa Cruz y pudiera ser potencial competencia. En ese sentido, adquirió Loscalzo y Del Curto, Kank y Costilla, creó otras como Diagonal Sur y se fue diversificando hasta conformar una red de negocios que se calcula en unas 220 compañías, que abarcan distintas actividades, desde la inmobiliaria hasta medios de comunicación (Alucón, Magna Media), pasando por venta de cubiertas –como Austral Gomas S.A.– o combustibles. Con esta operatoria Lázaro habría conseguido, por un lado, anular la competencia en el rubro de la construcción, y por el otro, generar una cadena de negocios para la “interfacturación” , lo cual le habría permitido retornar al circuito “blanco” dinero proveniente de la sobrefacturación en la obra pública, según se investiga hoy en Tribunales. Paralelamente, Austral Construcciones crecía en Santa Fe, Chaco y Corrientes. No había límite para su diversificación, porque la facilidad se la habría dado el Gobierno nacional a través de las licitaciones. El mecanismo para asegurarse que la plata de la obra pública quedara en sus bolsillos habría sido la cartelización de los procesos licitatorios, promoviendo en cada uno a tres o cuatro empresas –todas de Báez– que competían entre sí, ganando, de manera alternada, cada una un proyecto distinto, guardándose los más importantes y de mayor presupuesto para Austral Construcciones S.A. De allí en más, Lázaro Báez se habría convertido en un permanente articulador de los negocios de Néstor, a veces en sociedad con otros actores que en-traban o salían del círculo íntimo de Kirchner, pero sin dejar de ser el único confiable e incondicional a la hora de hablar de plata. Entretanto, el lugar donde se forjaron las sociedades, se pusieron y sacaron gerentes, se modificaron directorios de empresas o se absorbieron unas a otras, fue una escribanía entonces localizada en Don Bosco 270, hoy ubicada en Zapiola 180, de Río Gallegos, cuyo propietario es el escribano Leandro Albornoz, integrante de la sociedad Valle Mitre S.A. Cada vez que el entonces presidente viajaba a Santa Cruz, era normal que se encontraran en El Calafate, adonde Báez concurría. Solían hablar más de dos horas caminando por el parque de la residencia de los Kirchner. Néstor acostumbraba mencionar que en la residencia de Camp David, los presidentes norteamericanos paseaban por el campo a la hora de hablar en tono de confidencia, para evitar que escucharan los espías. El hacía lo mismo con Lázaro. En 2007, Santa Cruz y especialmente Río Gallegos, vivieron un largo conflicto docente durante ocho meses, que crispó los ánimos de la población. En una manifestación multisectorial se contabilizaron más de veinte mil personas movilizadas –sólo en la capital provincial–, donde llegaron a quemarse muñecos con la figura de Néstor. Desde ese momento, las reuniones entre Lázaro y Kircher, y las de éste con el arco político del Frente Para la Victoria –que se venían realizando tranquilamente con asados bien regados en quinchos de amigos como Rudy Ulloa Igor o el taller de Francisco “Batata” Mansilla–, se mudaron a la custodiada casa del constructor K: un bunker seguro y confiable, dotado de un gigantesco cerco humano y electrónico. Para que la prensa no detectara quién entraba y quién salía de la chacra de Báez en esos encuentros, Néstor le pidió que fueran a buscar a los invitados con los vehículos de Lázaro (la “flota negra”), evitando que cada uno llegara con su auto particular. Esto impidió, a partir de allí, saber quién o quiénes eran los partícipes de aquellas copiosas comidas, donde se cocinaban no sólo buenas carnes, sino –se comenta– los más grandes negocios, aparte de distintas cuestiones políticas tanto provinciales como nacionales. Captura de pantalla 2016-04-14 a las 8.01.26 p.m.Todo lo que sigue es conocido. Estos fueron los momentos de mayor esplendor de Lázaro y sus negocios asociados al poder. Se calcula que unos 24 a 26 mil millones de pesos habrían llegado a Santa Cruz en obras públicas. Lo mencionamos arriba y lo puntualizamos ahora: o las rutas y los caminos se encuentran como hace una década, o si se hicieron están destruidos, o en un sesenta por ciento siguen sin terminarse. Lázaro Báez, allá por 2005, sentado en la gerencia de una de sus empresas, le anticipó a un gran colaborador suyo:“Esto que hacemos en política tiene el primer escalón en el 2020”. Lo que ayuda a entender que la planificación política de Néstor era a muy largo plazo y preveía una suerte de posta política entre él y su esposa, para mantener el poder por, al menos, dos décadas. También explica que no preveía salir del poder en 2016. La muerte de Néstor en 2010 fue el inicio de la caída. La publicación de la red de lavado de dinero en 2013 resultó la debacle de los negocios del poder. Como consecuencia, surgió la exposición de Lázaro Báez en un entramado que hoy, con su detención, podría llegar hasta el living de la casa de la calle Mascarello al 400, donde vive la ex presidenta Cristina Fernández.

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