Maria Julia Olivan Mamá. GENTE

Captura de pantalla 2016-05-26 a las 3.53.06 p.m.Fue el 11 de abril, veinte días antes de mi fe-cha probable de parto y para ponerle fin a un embarazo ¡fatídico! Por fin nació Antonio, pe- sando 2.430 kilogramos”, cuenta María Julia Oliván (41), periodista de raza, directora del portal #BorderPeriodismo y conductora de Nos estamos conociendo, por Radio Nacional, de 14 a 17, con Diego Scott. Y así arranca la crónica sobre la llegada de su primer y único hijo, Antonio Straccia (un mes y diez días), después de muchos años de búsqueda, varios tratamientos fallidos y una última fertilización in vitro que terminó en éxito. “ Pasé casi nueve meses de vómitos y náuseas . Y encima, al final me agarró sialorrea, un trastorno que te hace salivar en exceso. ¡Un asco! ¡No podía ni hablar en la radio! Pero por suerte ese lunes 11, a las siete de la mañana, rompí bolsa. El médico me dijo‘venite urgente’ y a las nueve llegué al hospital Alemán junto a mi novio (Ariel Straccia, empresario, con quien convive). Antonio nació a las 11.50 por cesárea y ¡se terminó el sufrimiento!” , relata mientras monitorea a su hijo, que duerme con la obvia placidez de un recién nacido, en el living de su departamento de Belgrano. Y agrega:“Sufrí tanto en el embarazo, que al médico le pedí que si no dilataba, me hiciera cesárea. Y así fue. ¡Hermoso!”. –¿Qué es para vos lo más inolvidable de ese momento? –¡Uf! ¡Todo! Antonio lloraba cuando nació, pero me lo pusieron en el pecho y se calmó. Tal era mi felicidad, que después del parto estuve tres días sin dormir. ¡Ni cinco minutos! Lloraba de la alegría. Estaba como drogada. ¡Muy arriba! Caminaba con el suero por los pasillos. Iba a a capilla a rezar. Saludaba a la gente... Estaba pasada de revoluciones.Captura de pantalla 2016-05-26 a las 3.52.55 p.m. –¿Qué sentís hoy cuando lo mirás? –No puedo dejar de mirarlo. ¡Duermo con la luz prendida! Creo que estoy muy “obse” . ¡Ja, ja, ja! Tengo miedo que se ahogue... y todas esas cosas de primeriza. ¡Pobre pibe! ¡Imaginate lo que lloré cuando me dijeron que había bajado doscientos gramos! ¡Casi me muero! Estábamos todavía en el hospital y le habían puesto manoplas, para que no se lastime con las uñitas. Yo lo miraba y me sentía tan culpable... ¡Una pésima madre! Además, ahí me costaba darle la teta. Por suerte, después conseguí a Paola de los Santos, una puericultora que me enseñó a hacerlo. Además, le doy complemento. Aprendí que no me tengo que sentir culpable. No es fácil dar la teta. Te tienen que explicar. –¿Qué más no sabías? –Que había tanto para aprender... ¡y todos los días! Desde la lactancia hasta a calmarlo. Ahora está con cólicos, por ejemplo... No soporto que llore. Por eso lo tengo todo el día en brazos. A mi novio lo mandé a la habitación del fondo, porque la que da la teta soy yo. Pero el siempre viene y me ayuda. Ari ya tiene un hijo, Lucas, pero de dieciséis años... Así que es todo muy nuevo. Además, cuento con la ayuda de Ramona, una chica divina que vive con nosotros. –¿Por qué le pusieron Antonio? –Así se llamaba el nono de mi novio. Nos gusta cómo queda con el apellido: Straccia. Es un nombre noble, sencillo y con peso. Lo decidimos un mes antes de que naciera. Se iba a llamar Valentino. De hecho hice una encuesta en Twitter y ganó Valentino. Pero ¡no le di bola a los resultados! Y lo más genial es que los primeros días me agarró una locura tan grande que empecé a tuitear como si fuera mi hijo. Me saludaron de Macri a Scioli y yo agradecía como si fuera el nene. “Gracias, Esteban. Cuando empiece la escuela te voy a dar mi opinión”, le contestaba a Bullrich, el ministro de Educación. O a Hernán Lombardi, que me mandó un enterito tipo osito, le puse:2018”. Captura de pantalla 2016-05-26 a las 3.56.10 p.m.¡Estaba limada! ¡Ja, ja, ja! Siento que mucha gente se alegró con la llegada de Antonio, porque sabe de mi lucha por ser mamá. –¿Extrañás el laburo? –¡Para nada! No quiero salir de mi casa. Tantos años de andar por la calle, con el frío y atrás de las notas, que ahora ¡sólo quiero estar acá con mi hijo! En el blog bajamos el ritmo y estoy de licencia en la radio. Salgo por teléfono una vez por semana, ¡pero estoy en otra! Laburo de periodista desde los 16 años. Ahora no quiero saber nada más que estar todo el día pensando en Antonio. Obvio que no tengo costumbre de no trabajar. Por momentos me da culpa, pero ¡la lactancia es un trabajo! –Después de tanto tiempo de búsqueda, ¿sentís que la vida te dio revancha? –A veces no lo puedo creer. Pienso en un año atrás y siento que tengo otra vida. La llegada de Antonio es un rayo de felicidad que me partió al medio. Tener un hijo es milagroso. Será por mi historia que lo vivo así... Yo era muy pesimista. Pensaba que nunca iba a lle-gar... Me repetía a mí misma:“Mi vida puede ser linda aunque no tenga hijos” ... ¡Pero moría por ser mamá! Y acá estoy, junto a Antonio

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