Flavio Mendoza presenta a Giselle, la madre subrogada

Mientras la panza de  –la madre subrogada del hijo que tendrá Flavio Mendoza (43)– crece y crece en Miami, a 6.580 kilómetros de allí, en un camarín del teatro Luxor de Villa Carlos Paz, tres personas ayudan al artista a vestirse como un sultán para la segunda función de Mahatma, Alma Grande. No es fácil concentrarse. La mente quiere viajar hacia los Estados Unidos, pero Flavio sabe que las acrobacias que practicará durante las próximas dos horas no pueden fallar. Y menos ahora: en abril será papá de Dionisio. Tampoco podría, mientras vuela de soga en soga a seis metros de altura y sin red, recordar –como hizo minutos antes frente al grabador de GENTE– a aquel hombre que dejó una huella imborrable en su niñez trashumante junto al circo familiar, y que hoy homenajea con el nombre del bebé que acunará en dos meses: "Elegí Dionisio para mi hijo pensando en alguien que conocí cuando yo tenía 7 años. En el circo yo siempre quería hacer algo diferente: ser trapecista, ser bombero… Un día me miró y me dijo: 'Vos podés ser lo que quieras'. Y le sumó una frase de Chaplin: 'Los únicos sueños que no se cumplen son aquellos que no se sueñan'. Con los años, cuando lo entendí, sentí cómo aquel hombre me había marcado. El trabajaba en la caballeriza. Le decía a mi papá 'yo lo llevo, Don Enrique', me ponía en sus hombros e íbamos donde estaban los animales. Jamás volví a verlo. A veces pienso qué será de él, si vive o no. Siempre fue un recuerdo muy fuerte". –¿Cuándo dijiste "quiero ser padre"? –Toda la vida "hice de papá". Hay artistas en Mahatma, que antes estaban en el circo, a los que les cambié los pañales. Siempre tuve esa cosa de niñero o tío. Cuidaba a los hijos de las bailarinas… Mis hermanas (Adriana, Patricia y Silvina) y yo tuvimos una infancia dura. Cuando me empezó a ir bien, lo primero que hice fue tratar de posicionar a mi familia. Soy muy culposo. Que mamá tuviera su casa para mí era re importante, porque con el circo fuimos nómades, íbamos de un lado a otro. Cuando hace como cuatro años sentí que toda mi familia estaba "ordenada", dije: "Ahora pienso en mí". Pero ya tenía mis escuelas de danza, mis proyectos en teatro. No podés traer un hijo al mundo porque sí: tenés que estar un poco armado.

 ¿Sentías un vacío dentro tuyo? –(Piensa) La gente cree que el éxito es todo, y no es así. Es la parte más frívola. Para mí lo importante es mi familia, mis amigos. Amo esta profesión, pero mis valores están en otro lado. Siempre di la imagen de sexo, droga y rock and roll, aunque jamás fumé un porro, no tomé alcohol ni soy fiestero. ¡Y he trabajado en los peores burdeles de Argentina! Mamá me aconsejaba: "Que te abran la gaseosa delante tuyo". Nunca me interesó esa vida. –Nombraste a tu madre, Zulma, que murió en septiembre del año pasado. ¿Pudiste hablar con ella de la paternidad? –Sí. Me duele que no vaya a tener a upa a Dionisio. Cuando supe que este embarazo venía bien, la llamé y no estaba. Me respondió con un video que decía: "Bueno m'hijo, qué bueno que vas a ser papá. Ahora deberás trabajar para él…". Sobre esas palabras armé un diálogo para el espectáculo. Lloro en todas las funciones. Mamá fue una gran artista. Cuando yo abrí los ojos, la vi haciendo equilibrio sobre un alambre, a cuatro metros de altura. Ese pequeño homenaje me da paz. Y este bebé también es parte suya. –¿Te dio algún consejo de crianza? –Mamá fue bastante golpeada de joven. Mi abuelo le pegaba con una tacuara, para que se tirara en un número de acrobacia. De grande se dio cuenta de que sufría de vértigo. Todo le costó. Cuando éramos chicos nos pegó mucho, porque era muy nerviosa. Una de las últimas cosas que me dijo fue: "Vos vas a ser un gran papá y mamá, mejor que yo". Eso me partió. Te lo digo y me emociono. Yo le contesté: "No, vos fuiste una mamá increíble". Ella tenía culpa por habernos pegado, y yo le repetía: "Nos pegaste porque yo era terrible". No le guardo rencores. Mi vieja va a ser mi amor eterno hasta mi último suspiro. Durante los últimos años de su vida hice lo imposible para cuidarla y mimarla. –"Mejor papá y mamá", te dijo… –Sí. Pero mi padre fue un genio, un tipo muy culto y cariñoso. ¡Y tan honesto…! Una vez robé algo, lo peor que hice en mi vida. Fue la única vez que papá me pegó. Y me aconsejó serio: "Un hijo mío nunca tiene que robar". Por eso, al final del show le digo a Dionisio: "Quiero que crezcas, que seas honesto, que seas solidario". Esas cosas las aprendí de papá. Su anillo de casamiento lo vendió para darles de comer a los animales del circo cuando andábamos mal. Yo no soy ni el diez por ciento de lo que era papá. –¿Cómo viviste estos meses de embarazo? –Me llené de trabajo para no volverme loco. Igual, la ansiedad es terrible. A mitad del año pasado perdí el primer embarazo; entonces, con éste tenía mucho miedo. Los primeros cinco meses no quería contárselo a nadie. Lo sabían solamente mis hermanas y mi mamá. Fue un golpe muy duro. –¿Sabés qué pasó? –No prendió (Nota: la transferencia del embrión no funcionó). Son cosas que pueden suceder. Con este embarazo tuve muchos más recaudos. Y va increíble. Si Dios quiere, Dionisio nacerá el 15 de abril. Ando re ansioso: tengo millones de cosas de bebé desarmadas en casa. Debo ponerme a hacer su cuarto, aunque seguramente va a dormir conmigo durante mucho tiempo. Con mis perros Alex y Chris dormimos juntos, como una manada. Y con mi hijo va a ser así. Van a ser todos hermanitos. –¿Fue muy costoso el tratamiento? –El doctor (Fernando) Ackerman, un argentino que está allá, me conectó con Open Arms. Como soy una figura pública, lo que quieren es que esto se sepa. A mí –aunque me lo ofrecieron– no me interesa hacer un reality como el que hizo Luciana (Salazar). Pero muchas parejas –gay y no gay– me escriben porque no pueden tener bebés y les paso la información. Igual, no diría lo que me costó. Me parece que es algo al margen. –¿Ya elegiste a los padrinos? –Todavía no. Me gustaría que fueran cuatro. No quiero darle de ahijado a mi hijo a una persona por compromiso. Mis hermanas son las tías, y mis amigos son un montón: si se lo doy a uno pienso que otro se va a ofender –¿Vas a tener más hijos? –Sí. Ojalá que las leyes cambien, para que el siguiente pueda ser adoptado. –¿Estás en pareja? –No. –¿Pensás Dionisio va a postergar un noviazgo? –Nunca tuve suerte con el amor de pareja, y creo que esto de ser papá a algunos los asusta. Ahora el combo es Flavio con Dionisio. Sin embargo, hay una persona que también tiene hijos y quisiera formar pareja conmigo, pero estoy en un momento de egoísmo. Quiero disfrutar a Dionisio y estar con él. Pero quién dice, capaz mi hijo viene con un pan bajo el brazo.

Antes de la temporada, Flavio se encontró con Giselle, la madre subrogada, en la clínica Open Arms, donde se realiza la inseminación. "Le pregunté por qué lo hacía, más allá de lo económico. Y me dijo que amén de eso, ella estudió, se casó, tuvo tres hijos y sintió que no había hecho mucho por el mundo. Sus hijos anteriores nacieron por parto natural, así que está segura de que Dionisio nacerá así", cuenta Flavio.

–¿Qué relación tenés con Giselle? –Antes de la temporada viajé a Miami; ella estaba de cuatro meses y pico. Tuvimos una reunión muy linda. Pude mostrarle quién soy yo y qué hago. Le mostré videos de Mahatma, donde representamos a Dionisio en una pantalla, y se emocionó. Pude darle un beso en la panza, tocársela, y me largué a llorar: sentí que en su vientre estaba mi semilla. En mi caso, al ser una persona gay, pensaba que nunca iba a poder tener un hijo. Gracias a Dios el mundo evolucionó. Giselle tiene tres hijos, vive entre Orlando y Tampa, y el bebé lo va a tener en Orlando. Desde el hospital se ve el castillo del Magic Kingdom de Disney. ¡Es mágico! Está segura de que será por parto natural. Y tuvo un gesto muy lindo. Pensaba donar su leche al hospital, pero le pedí: "Dámela a mí. Aunque sea las primeras 48 horas". –¿No puede amamantar a Dionisio? –No la dejan. Yo no tenía problema, pero el bebé después sufre el desarraigo. Lo primero que van a hacer cuando nazca es dármelo a mí, para que le dé la mamadera. Igualmente, yo quiero que Giselle lo alce, lo tenga. Imaginate que la mujer que llevó a mi hijo nueve meses en su panza para mí es una diosa y la voy a respetar, venerar y amar toda mi vida. Cada vez que hablo con ella le recuerdo: "Yo quiero que sientas que sos mi familia. Si querés venir a Argentina el día de mañana, te espero". Me gustaría contarle a mi hijo quién lo llevó en la panza. –¿No te molestaría que tuvieran una relación? –No, para nada. –¿Consideraste su apariencia al elegirla? –Es americana, pero tiene un look muy latino. Busqué una mujer parecida a mis hermanas. Vos entrás a la página de Open Arms, ponés un código y podés elegir. Toda la gente que está ahí es sana, pero me volví loco: japoneses, gente de color, latinos, esto y aquello, con más o menos altura, ojos de tal color… Y me planté: "No quiero hacer un Ken o una Barbie". Para los americanos, la relación que forjé con Giselle no es normal. –¿Cómo vivió ella la pérdida del primer embarazo? –Me manifestó que sentía dolor en el alma por mí. Pero me dio esperanzas. "No te preocupes; voy a volver a quedar embarazada", me anticipó. Yo no quiero que la gente crea que tener un hijo por inseminación artificial es frío, que se hace por el dinero, que elegís el color de ojos o de pelo… No. –Lo que decís habla de cierta evolución. Antes, muchas parejas que tenían hijos de forma no natural, por adopción, se los ocultaban. –Sí, tengo un par de amigos que fueron adoptados y, cuando se enteraron, lo vivieron con dolor. A mi hijo no le voy a ocultar nada. Vendrá al mundo sabiendo quién soy y qué condición sexual tengo. Yo resisto archivos. Nunca oculté mi pasado. Necesito enseñarle a Dionisio a ser feliz con la verdad. FUENTE: GENTE Por Hugo Martin y Flor Illbele. Fotos: Fabián Uset y álbum personal Flavio Mendoza.

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