Llega el final de “100 días para enamorarse”

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Un protagónico coral con varias figuras. Un argumento original como base, sostenido por historias secundarias que trataron temas muy actuales pero poco abordados en tiras diarias. Y la mano de Sebastián Ortega detrás. El combo, a priori, pintaba infalible. Claro que el factor audiencia no es una fórmula exacta.

Pero 100 días para enamorarse cumplió y superó las expectativas. El próximo miércoles, la tira más vista del año tendrá su desenlace.Clarín accedió al rodaje final para pispear la intimidad de la ficción de Telefe y charlar con sus cuatro protagonistas.

Setenta extras esperan en el hall de entrada de un salón de eventos en Pilar. Son las dos de la tarde y aún falta para el casamiento. Pero ellos están listos desde las 8 de la mañana para una de las escenas finales de la serie.

En el salón donde va a desatarse la fiesta, Carla Peterson termina de maquillarse mientras charla con Leticia Siciliani -de vestido rojo furioso-, bajo un techo del que cuelgan veinte bolas de boliche. Afuera del predio, Maite Lanata baja de un motorhome enfundada en un traje sin corbata, inmiscuida en Juan, su personaje que hace rato se asume hombre después de una transición de género.

Un gazebo oficia de altar en el jardín exterior donde será la ceremonia. A eso de las 14.45 aparece Nancy Dupláa, con vestido negro corto y de encaje. Un productor la llama para repasar la entrada al lugar junto a Peterson, Laport y Jorgelina Aruzzi. Maite Lanata y Malena Narvay -que interpreta a su novia, Emma- aprovechan la pausa y juegan a ser Di Caprio y Winslet en Titanic, detrás de una baranda que rodea a la pileta.

“¡Acción!”, gritan desde la carpa de producción. Un par de extras se mueven. Antonia Salinas, Laura Contempomi y Juan saludan a los invitados. Coco Carulias (Pablo Rago) y “Bambi” Salinas (Laport) se acomodan en la primera fila de sillas. Laura dispara selfies con la novia y después habla por celular con su ex marido, Gastón Guevara (Juan Minujín). Al parecer, hay algún problema con el novio.

Corte. Laport vuelve a la carpa-barra y hace una videollamada mostrando el despliegue de producción. “¡Vamooo chicos!”, arenga Rago para reunir a los actores y repetir la escena. Ahora la conversación de Laura se oye más clara: “No está el novio”, dice. “¿Cómo que no está el novio?”, se preocupa Antonia.

Fin de la toma. Ahora se ultiman detalles de la escena clave. Mientras terminan de maquillar a Mirta Busnelli, invitada especial de este último capítulo, van cayendo el resto de las figuras de 100 días.

Paul Contempomi (Ludovico Di Santo) y Fidel Garrido (Michel Noher) se acomodan en la segunda fila. Aparece Minujín, de traje azul inmaculado, elogiado por Noher. Enseguida llega la estrella de la escena, Luciano Castro. Frente al Diego Castelnuovo de la ficción, Dupláa se saca fotos en el altar con técnicos y productores.

“¡Que se casen, que se casen!”, gritan todos al unísono. Castro y Dupláa ensayan aparte: intercambian opiniones libreto en mano. Hasta que llega Busnelli, de cabellera naranja rabiosa, se sienta en el altar y repasa sus líneas. En breve volverán a gritar “¡Acción!”. Pero hasta acá llegamos. El resto sería spoilear.

Unos días después del rodaje final, Dupláa, Castro, Peterson y Minujín reflexionan acerca de por qué la ficción de Underground pegó tanto en el televidente argentino.

-¿Por qué creen que "100 días..." fue la tira más vista del año?

Juan Minujín: La tira trató temas muy maduros sin perder el humor, sin ponerse solemnes y siendo entretenidos. Temas que estaban circulando en las casas, en las escuelas, en la calle.

Luciano Castro: Es tan difícil explicar un fracaso como explicar un éxito. Hay miles de motivos. Una vez que la gente te elige, es muy fuerte lo que pasa. Creo que gustaron las historias, los personajes, y tuvo una bajada de línea de temas que evidentemente se pedía a gritos que se toquen. Como el transgénero en los chicos y adolescentes, o la bigamia.

Nancy Duplaá: Sí, el éxito es medio inexplicable. Tiene que ver con la unión de un montón de cosas que se dan o no se dan. La historia, el elenco que se armó, la empatía que generamos con Carla desde un primer momento y cómo trabajamos esa relación para contar verdaderamente que éramos dos amigas de toda la vida... Y también tratar temas que generaron conciencia, abrieron cabezas, abrieron corazones y entretuvieron al espectador con muchas situaciones de comedia; y sobre todo con vínculos de pareja que tanto se cuestionan ahora, hacerse preguntas que probablemente mucha gente se hace pero no las puede llevar ni al cuerpo ni a la acción. E historias complementarias que traccionaban de manera pareja para que todo salga bien.

-¿Cuánto influyó en el éxito de "100 días..." esas historias y los mensajes inclusivos que transmitió la ficción?

Carla Peterson: Fue fundamental hablar de esta nueva realidad, de esta nueva sociedad. Se pusieron sobre la mesa estos cambios que se empezaron a hablar y a aceptar. Algunos todavía están en camino de transformación pero ya era imposible seguir negando éstos cambios históricos y científicos que suceden en el mundo. Creo que estuvimos muy atentos, y fuimos muy responsables de la manera en que se abordaban.

Castro: Seguramente influyó. Pero influyó porque primero fue elegido. Si no hubiera sido elegido, nadie estaría hablando tanto del tema. El factor de la gente es algo que no podés adivinar nunca. Si no nos hubiesen elegido, no dejaba de ser importante la propuesta y los temas a tocar. Todo se potencia y se magnifica cuando te eligen.

Minujín: Creo que influyó. Tuvimos total libertad para trabajar todos los contenidos que queríamos y que valía la pena trabajar. Y me parece que rompió con esa idea de que en la televisión de aire hay cosas de las que no se puede hablar porque es familiar. Todo lo contrario, en las familias pasan y se hablan estas cosas.

-En tiempos de crisis de producciones locales, ¿se vivió como una satisfacción extra?

Castro: Sí. Cuesta tanto hacer tele hoy en día que estamos orgullosos, contentos. Los productores ya no tienen el margen de seis meses que había antes. Si a los tres meses no anduvo, te volvés a tu casa. Por eso es una satisfacción extra.

Dupláa: Yo no lo viví como una satisfacción extra. Lo viví como una satisfacción personal por lo realizado, por superar nuestras expectativas. Pero no extra, porque no dejamos de ver la realidad y lo complejo que está el mercado laboral para nuestro colectivo de actores en general.

Peterson: Creo que la crisis no es sólo de la industria local sino que hay una crisis económica muy importante a nivel país. Por eso hay menos apuestas. Acá hubo una apuesta fuerte, y quedó demostrado que cuando se trabaja en serio por algo nuevo, anda bien y la gente lo espera. Ojalá se hagan más ficciones así. Pero para eso se necesita dinero y cabezas que quieran pensar cosas nuevas.

Minujín: Yo sentí satisfacción porque muchas veces escuché que en tiempos de crisis, la gente quiere ver programas que no hablen de nada y sólo apunten a una cosa extremadamente superficial. Siempre estuve en desacuerdo con eso. Y 100 días lo confirma. La gente ve eso porque no hay otra cosa. Cuando aparecen propuestas con temas más maduros que interpelan al espectador, funcionan.

Mirta Busnelli: Una jueza de paz muy querida por todos

“Mirta es parte de mi familia artística imaginaria”, dice Carla Peterson. La Mirta sin H no es Legrand, claro. Es Busnelli, que será la invitada especial de 100 días para enamorarse, tal como ya sucedió con otras figuras en muchos finales de ficciones de Underground . La emblemática actriz de 72 años, que de a poco está volviendo a trabajar después de darle pelea a un cáncer de útero (el año pasado, además, tuvo que someterse a una angioplastía coronaria-, será la jueza de paz que casa a Diego Castelnuovo y Antonia Salinas.

“Fue una gran sorpresa porque Mirta hizo una aparición detrás de una cortina y dijo: ‘Hola, ¿cómo están? Vengo a casar a Nancy”, relata Peterson. Y agrega: “Yo sé que me quiere mucho. Mirta fue la primera actriz a quien yo admiraba y que un día se acercó a decirme que me veía trabajar y que tenía algo especial. O algo así, no sé, me dijo cosas lindas. Y sentirme observada por alguien tan talentosa, tan creativa y tan moderna cuando estás empezando a dar pasos sobre algo que no sabés, fue un gran recuerdo. Que ella viniera a hacer esto un ratito, con un esfuerzo tan vital y tan alegre como siempre, fue un lujo. Hablé con ella y estaba muy contenta. Fue un gran regalo de último capítulo, su presencia”, sostiene.

Luciano Castro es otro de los que la recuerda con cariño, habiendo compartido set en su primer papel importante en una tira. “La primera ficción que hice entera fue Pan Caliente, en el 94’. Y ‘Pipo’ (Luis) Luque y Mirta (Busnelli) hacían de mis padres, así que imaginate cuánto la quiero. Para mí, a Mirta le hace muy bien trabajar. Bueno, como actriz ni se habla, no hay discusión”, aclara. “Me encantó la idea de Sebastián (Ortega) de que sea la jueza que nos case, por todo lo que representa Mirta para nuestra generación. Pero tiene que ver más con el detrás de cámara que con lo que la gente puede llegar a comprender”, agrega. “Me encanta Mirta porque los cuatro no podíamos parar de abrazarla y besarla. Y en un momento se hartó: ‘Bueno, paren un poco’”, cuenta que le dijo la actriz que este año hizo una miniserie y se la vio en la película ¿Qué puede pasar?.

El medio DiarioShow charló con Pablo Culell para que cuente detalles del último capítulo de la novela que supo atrapar al público, protagonizada por Carla Peterson,  Juan Minujín, Nancy Duplaá yLuciano Castro.

"El último capítulo fue una mezcla de sensaciones. Mucha emoción. Los actores principales se abrazaron todo el tiempo, las actrices lloraron muchísimo en cada una de las escenas finales que tuvieron mucho despliegue de producción", señaló.

Tenemos una mezcla de emoción de nostalgia, con mucha alegría por todo lo que significó este gran final. Son todos sentimientos encontrados pero lindos. Lo que pasa es que no siempre sucede que un programa de televisión tiene éxito de audiencia, gran repercusión de opinión pública y al mismo tiempo  genera en el equipo internamente lo mismo que en el público, como una gran empatía en los personajes con la historia. Entonces todos nos sentimos muy identificados co el cuento y además hay una armonía, sensación de familia y amistad muy grande entre todos lo que hacemos", manifestó el productor.

Y agregó convencido: "El éxito tiene además el valor agregado de mucho sentimiento amoroso. Por eso es como un programa que se termina con la satisfacción de haber logrado objetivos y por más  que nos sigamos viendo ya no será lo mismo, es esto que le pasa a la gente del mundo del espectáculo que forma familias nómades que están en tiempo en un lugar todos juntos, luego se separan y se vuelven a encontrar en otros proyectos". 

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