Benjamín Vicuña confirmó su casamiento con La China

“Me enamoré de la fuerza con la que ‘La China’ se abraza a la vida: su energía contagia e ilumina la casa”.

 

Pasó por todos los sentimientos. Tuvo momentos de incomprensión, de rabia. Quiso renunciar a todo. Se alejó de la fe y hasta confesó que, en ciertas ocasiones, extrañó morir. Benjamín Vicuña (40) tuvo que desarmarse por completo para empezar a juntar sus pedazos de a poco. El trabajo y su familia fueron fundamentales en ese proceso de reconstrucción. Y el tiempo, su mejor aliado para que su dolor se transformara en amor y apostara nuevamente a la vida. “Mi madre (Isabel Luco Morandé) me dijo un día ‘tiene el derecho y el deber de ser feliz’... y otra tarde mi hijo mayor, ‘Bauti’ (11), me manifestó: ‘ella está en el cielo y con nosotros’. Y así lo sentí. Es bonito cuando algo tan doloroso puede ser tu inspiración de vida. Blanca sigue siendo lo más sagrado para mí junto a mis otros hijos. La recuerdo constantemente con sus hermanos —Bautista, Benicio (4) y Beltrán Ardohain (7) —”, asegura el actor chileno sobre la manera en que sobrellevó la pérdida de su hija mayor en 2012.

 

Realizado en lo personal y profesional, Benjamín cuenta que vive un momento de paz y felicidad. En convivencia con su pareja desde hace cuatro años, Eugenia Suárez (27), con quien tuvo a Magnolia (1), confiesa que decidió instalarse en el país para estar más cerca de sus herederos. “Podría trabajar en Chile, donde tengo a la mayoría de mis afectos y dirijo cinco centros culturales, o en otro lugar del mundo pero elegí hacer la tira ‘ATAV’ (Argentina, Tierra de Amor y Venganza), en gran parte, para acompañar a mis hijos en su crecimiento”, destaca el embajador de Unicef-Chile sobre la novela de época de Pol-ka donde también actúa “La China”. “Luego, afortunadamente todo se fue acomodando de la mejor manera... El éxito de ATAV es maravilloso: deviene de un producto de excelencia que le dio vida a la ficción local. Mi personaje me da varias posibilidades para jugar y divertirme con mi pareja y un súper elenco. Torcuato Ferreira es un villano que tiene muchos matices: a veces da tristeza con ganas de abrazarlo y por otros momentos te produce repudio o empatía desde su humor. Estoy fascinado porque la paso bien en las grabaciones y eso no me pasó en todos mis trabajos anteriores”, agrega quien a su vez está de gira con la obra teatral “Terapia Amorosa” e interpreta en la serie de Fox, “Berko: El Arte de Callar”, a un periodista que investiga el tráfico de armas entre Chile, Argentina y Croacia. “Es una historia inspirada en hechos reales que también cuenta con las actuaciones de la chilena Daniela Ramírez, la colombiana Angie Cepéda y la española Goya Toledo.

 

Caracterizo a un hombre alcohólico y cocainómano que está en su peor momento personal y profesional. Tuve que engordar 7 kilos para dar con el aspecto desmejorado de mi personaje”, asegura mientras Bautista, quien lo acompañó a la producción con CARAS y también jugó a posar ante la cámara, le alcanza un café. “Ahora que es instagramer y lo siguen muchas personas, le gustan las fotos”, lo chicanea y el sonido de su risa se mezcla con la de su hijo.

 

—¿Cómo se maneja el ego cuando un papel, como el de “Berko”, le exige engordar el físico?

 

—Es difícil porque te ves desmejorado, para filmar se eligen los planos donde peor te ves. Hay que despojarse del ego de Benjamín para entrar en la lógica del personaje. Antes me había tocado adelgazar o ponerme musculoso para un papel pero era la primera vez que tenía que engordar. Fue un lindo desafío. Me costó dos meses y medio engordar: lo hice a base de suplementos dietarios, dejando la actividad física y comiendo más chocolates y frituras: ¡eso fue maravilloso! Jaja… Sí extrañé la gimnasia que siempre hice para despejar la cabeza: como jugar al tenis o fútbol... son deportes que me encanta practicar con mis hijos, como cuando ando a caballo con ellos.

 

—¿Y con “La China” también suele entrenar?

 

—No mucho, ella es más bien sedentaria! Jaja…

 

—¿Se asume como seductor?

 

—Sí, el actor inconscientemente trabaja con la seducción: actuamos y queremos que nos compren los personajes, que nos miren y crean. La seducción es parte de mi forma de dialogar con la vida y con las personas. No es algo que tenga bloqueado ya que la seducción es parte de mi personalidad.

 

—¿Cómo manejan con su pareja los besos que tienen con otros colegas en la ficción?

 

—Al ser los dos actores, entendemos muy bien cómo es el juego. Los dos nos potenciamos y apoyamos en los personajes que interpretamos. Estoy muy orgulloso de lo que le está pasando con su personaje, “La Polaca”, que, más allá del aspecto romántico, es una historia real que tuvo que ver con la trata de blanca. Sin embargo, nos preservamos en algunas cosas: no voy a mirar un compilado de besos de mi compañera con otros colegas. No me da placer y prefiero evitar ese morbo. Y también me parece que es el caso de la China. Se va manejando.

 

—“La China” es una de las mujeres más lindas, ¿Cómo hace para que la cotidianidad no lo haga olvidar de piropearla?

 

—Intento no dormirme y estar atento a los pequeños detalles. Por supuesto, la piropeo, trato de que la rutina no me haga olvidar la hermosa mujer que me acompaña: suelo sorprenderla con alguna salida, propuesta o algún viaje. Nos gusta ver maratones de series. No le cocino porque la grosa de la cocina es ella: heredó esa pasión por parte del padre. Siempre me hago lugar para la pareja.

 

—¿Ya tienen fecha de casamiento?

 

—No, nos superó la realidad en términos de tiempos. Y como no nos corre nadie y nos gusta hacerlo bien, con amor y cariño, todavía no tenemos una fecha. La intención y ganas de casarnos está, ya encontraremos el momento. Elegí casarme porque me parecía un lindo rito celebrar el amor, la vida… regalarle un lugar al otro. Después de tantos golpes, celebrar con mi familia y afectos. La necesidad de casarnos no pasa por las estructuras: va más allá de lo civil y religioso.

 

—También la llegada de Magnolia modificó sus agendas… ¿Cómo se porta a su año y medio de edad?

 

—Súper bien… es una niña dulce y muy luminosa, que invade la casa de paz y alegría. Es amor e ingenuidad, es morfable.

 

—¿Cómo es la relación de Magnolia con sus hermanos? —Se arma una banda muy linda cuando están todos juntos. El amor no tiene idioma, es amor puro. Los niños se reconocen y se sienten contenidos por sus pares. Los adultos ahí quedamos afuera. Se ve una cosa linda de compañerismo y hermandad. “Bauti” es el que pone orden. Mis hijos son mi tesoro, mi trascendencia, lo más hermoso que logré en la vida.

 

—¿Quién es más permisivo como padre? —Yo, imagínate que tengo cinco hijos. Igualmente los dos estamos más permisivos, disfrutando desde otro lugar la paternidad. Uno nunca se termina de sorprender como papá de sus primeros pasos o de cuando dice su primer “Te amo” o “papá”. La China es una madraza, una mujer joven y al mismo tiempo madura, sacrificada.

 

—Esas cualidades lo hicieron enamorar de ella… —Sí, me enamoró su alegría, su energía que contagia e ilumina y la forma con la que se abraza a la vida: le pone toda la garra.

 

—¿Tienen más proyectos para trabajar juntos? —Sí porque nos gusta y divierte compartir los proyectos. Cuando trabajamos juntos tampoco nos vemos todo el tiempo porque cada uno tiene sus horarios: solemos compartir algunos almuerzos en las grabaciones y así nos organizamos muy bien con la logística de la casa. Cuando nos toca viajar, como ahora que voy al Festival de San Sebastián por mi película “Así Habló el Cambista”, también coordinamos previamente las tareas.

 

—Con cuatro años de relación y convivencia como padres, ¿Se reduce la intimidad de la pareja? ¿Cómo buscan los espacios para estar solos? —Sí, son ciclos, todos vivimos algo parecido. Estoy haciendo la obra “Terapia Amorosa”, que habla sobre eso y donde el público se siente identificado. Es difícil y no hay un secreto, cada pareja lo maneja como puede.

 

—¿Cuál fue su mayor aprendizaje a los 40 años? —Luchar para ser feliz, merecer ser feliz sin culpa, transitar la vida de la mejor manera y amar a tus hijos, tu familia, tu pareja y tus amigos: ese es el gran motor de la vida.

 

—¿Qué defectos reconoce que quiere cambiar?

 

—Miles, por eso uno va a terapia y trabaja con sus miedos. Quizás si tuviese que decir un defecto es la impaciencia frente a algunas cosas: la vida, determinados hechos, la sociedad, el tiempo.

 

—¿Cómo definiría a su mamá, a su papá (Juan Pablo Vicuña Parot) y a la pareja de su madre en su vida (Oussama Aboughzale)?

 

—Significan mi estructura, mi contención, mis alas para volar ya que me inculcaron una identidad libre y con instrumentos para ser quien soy. Los amo profundamente. Mi mamá es una mujer sabia, es mi amiga, un ser espiritual muy potente para mí en lo cotidiano, si bien estamos lejos porque ella vive en Londres, constantemente tenemos un diálogo y una cercanía que va más allá del tiempo y lo físico. Mi padre es un tipo que con su personalidad y su forma me ayudó a ser el hombre que soy. Y mi padrastro es una persona que me enseñó el amor por los animales, a abrirme al mundo y entender que existen otras culturas, otras religiones y formas de ver la vida.

 

—Con los años fue transformando el dolor en amor ¿Con esa misma filosofía actuó con sus hijos cuando le preguntaron por Blanca?

 

—Sí, veían un papá frágil que puede llorar y también honrar con su vida la memoria de su hija. Estoy lejos de querer ser un superhéroe para ellos. Le respondo con todo el amor posible y las herramientas que tengo… la pienso siempre con una sonrisa… ellos ven cómo un gran dolor puede ser una inspiración. La recuerdo todos los días, todo el tiempo… no tanto en la nostalgia ya que no es muy constructiva… la recuerdo viendo a mis hijos, en sus risas, sus canciones, sus juegos. Está permanentemente al lado mío. Pensarla así también es una forma muy potente de no tenerle miedo a la muerte. Trato de que algo tan doloroso se naturalice en las charlas y cuando mis hijos me lo preguntan, lo hablamos y ellos también lo tienen incorporado. —También siente, como algunas personas que perdieron un familiar, que ciertas cosas buenas que le pasan llegan desde la energía de Blanca...

 

—Indudablemente su energía está, pero tampoco quiero depositarle una responsabilidad extra que no tiene.

 

—Carolina dijo que hoy se llevan mejor como padres… ¿les costó llegar a este buen vínculo?

 

—Son diferentes momentos. Todo aquel que haya pasado por una separación sabe que uno atraviesa diferentes etapas. Obviamente que todos buscamos lo mejor para los chicos: el diálogo, que la familia perdure independientemente de las formas. Y, en ese sentido, quizás al elegir arraigarme y trabajar en Argentina (que es un país maravilloso donde me tratan muy bien) para estar cerca de mis hijos, trajo consecuencias positivas en el día a día para todos.

 

Fuente: CARAS

 

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