
Sin comer ni beber hasta ser la mejor
Amy Chua enseñó a su hija Louisa a tocar el piano cuando ella tenía siete años al ritmo de "El burro blanco", de Jacques Ibert, una pieza muy complicada para una niña. La niña, obviamente, no era capaz de tocarla, y no pudo lograrlo siquiera tras practicar durante una semana muchas horas al día. "Es en este momento cuando la madre tigre saca sus garras", dice Chua. ¿Qué hizo? Le escondió su casa de muñecas y le amenazó con no darle ni de comer ni de cenar, además de no hacerle ningún regalo por Navidad y de prohibirle celebrar una fiesta de cumpleaños durante dos, tres y cuatro años consecutivos. Ese sería el castigo si no aprendía la pieza. Y eso no fue todo: ella misma cuenta
que la ofendió, llamándole vaga, cobarde, patética y debilucha.

Ni siquiera la mediación de su marido Jed pudo parar a la madre tigre, que está "dispuesta a ser odidada" por el "bien" de sus niñas. Pues bien: lo logró. La nena aprendió la canción. ¿Éxito?
Chua cree que los padres occidentales se preocupan mucho por la autoestima de sus hijos y que esto "se convierte en un arma de doble filo cuando los niños tienen que ponerse delante de un obstáculo". Para la autora del libro, "la permisividad de los países occidentales es excesiva".
El tema, sensible si los hay, ha cuestionado diferencias culturales y ha provocado ofensa y fuertes críticas. Sobre todo, el polémico decálogo de la "educación perfecta" según Amy Chua:
1) No invitar a amigos a casa ni ir a sus casas a jugar
2) No dormir fuera de casa
3) No ver la televisión ni jugar con los videojuegos
4) No permitir a los hijos elegir las actividades extra-escolares que quieran practicar
5) No permitir que consigan una nota más baja del sobresaliente
6) No dejarles participar en juegos colectivos durante horas con otros niños
7) No permitirles participar en una obra de teatro del colegio
8) No tolerar sus protestas por no estar en una obra de teatro del colegio
9) No dejarles tocar otro instrumento que no sean el violín o el piano
10) Incitarles a ser el número uno en todas las asignaturas, excepto en teatro y gimnasia.
Parece un chiste, pero no lo es. Una cosa es ser permisivo y otra poco menos que un tirano. Todo depende, claro, del lugar que uno le de un hijo y de qué espera de él. Los extremos no son buenos. En Entremujeres, tomamos posición: todo se debate, pero seguro no estamos del lado del modelo chino que propone esta controvertida mamá.
Fuente: entremujeres.com