
La empresa medidora Nielsen, que analiza el mercado televisivo desde hace varias décadas, elaboró un informe que confirma que la cantidad de espectadores de entre 18 y 49 años de edad, en la televisión estadounidense, bajó un 25 por ciento respecto al año pasado, sobre todo en las grandes cadenas como ABC, CBS, Fox y NBC. Pero la caída más pronunciada se da con los adolescentes de entre 12 y 17 años. En 2011, ellos estaban viendo un promedio de 25 horas de televisión a la semana y en la actualidad solo ven 15 horas.

En el cuadro, elaborado por Statista -uno de los portales más grandes de estadísticas del mundo-, puede verse la caída de audiencia en la televisión de los Estados Unidos. El porcentaje mayor se da en la franja de 12 a 17 -tal como comentábamos anteriormente-, luego le sigue la de 18 a 24 años, y finalmente la de 25 a 34, que mantienen la tendencia a la baja aunque en menor medida.
En el informe se destaca que los adolescentes y los jóvenes dejaron de ver TV, de la manera tradicional, para grabar los programas y verlos cuando ellos quieren, consumirlos a través de servicios on demand, como Netflix, o directamente ver videos a través de YouTube, Facebook, Instagram, Twitter o Snapchat.

En la Argentina sucede algo similar. Ya en 2013 hemos dicho que la televisión abierta perdió varios puntos de rating en comparación con los últimos años. Y gran parte de esa baja está directamente relacionada con los cambios de costumbres en los jóvenes.
Hace unos años una tira como Esperanza Mía, protagonizada por Lali Espósito -la ídola teen del momento-, yMariano Martínez, no hubiera bajado de los 25 puntos. Sin embargo hoy es uno de los programas más vistos de nuestro país pero con un promedio de entre 13 y 16 puntos.
Algo similar ocurrió con Gran Hermano, que fue sin duda un éxito en América. Más allá del cambio de canal -antes lo emitía Telefe- el promedio de las galas fue de 8.1, cuando en años atrás no bajan de los 20 puntos.
Claro que el público, de todas las edades, regresa a la televisión cuando hay transmisiones deportivas de interés, noticias de alto impacto o alguna ficción de mucho éxito, pero no es suficiente. El desafío es captarlos y retenerlos el máximo tiempo posible.
Hace unos años el desafío de la TV abierta era luchar contra el Cable. Hoy la batalla es más compleja: televisores contra celulares, programas contra redes sociales, vivo contra on demand. Un todos contra todos en busca de chicos, adolescentes, jóvenes, adultos y todo lo que signifique audiencia y buenos números de rating.